sábado, 25 de febrero de 2012

MONS. AGUSTÍN A. ROMAN RECUERDA AL HNO. ALFREDO MORALES


Diario Las Americas 
Publicado el 02-22-2012


¡Viva Jesús en nuestros corazones!

Por Mons. Agustín A. Román

Durante los años 1948-1949 y 1949-1950, antes de entrar al Seminario San Alberto Magno en Colón, Matanzas, pasé estos dos años como maestro en el Colegio De La Salle de Marianao. Recuerdo que cada día muy temprano despertaba al escuchar el grito jubiloso con que los religiosos abrían su día de oración y de trabajo educador. Era siempre ¡Viva Jesús en nuestros corazones! Aquella frase resumía el ideal de su vida consagrada.

Había conocido a los Hermanos desde los primeros años de mi juventud y fueron ellos, como para tantos jóvenes cubanos, un modelo de vida cristiana que no sólo vivían el Evangelio, sino que nos enseñaban a compartirlo. Aquellos años junto a un grupo de profesores que tuvimos el privilegio de trabajar cerca del Instituto, han sido inolvidables.

Allí conocí a muchos religiosos y entre ellos al Hermano Alfredo Morales, quien acaba de partir al cielo el pasado 13 de febrero de este año 2012. El Hermano Alfredo había nacido en Santiago de Cuba en 1927. Realizó sus estudios en el Colegio De La Salle de su ciudad natal y los secundarios en el Instituto No. 1 de La Habana.

El Señor le dotó de una inteligencia brillante que él dedicó a la educación de la juventud dentro de la familia religiosa en que se consagró, el Instituto de los Hermanos De La Salle. En 1954 se había graduado de piano, teoría y solfeo en el Estudio Musical Luis Ernesto Lecuona de La Habana; después hizo su doctorado en Pedagogía en la Universidad de La Habana en 1955, con estudios de postgrado en el Instituto Internacional de Bruselas y en el Instituto Católico de París.

Desde el año 1965 residía en la República Dominicana, donde obtuvo su ciudadanía el 14 de octubre de 1996 y donde hizo tanto bien a los jóvenes de allí. El Hermano Alfredo fue Director del Coro Estudiantil y trabajó además como Asesor del Centro de la Juventud y la Cultura en la Universidad de Santo Domingo.

Su vivencia cristiana contagiaba a todos, especialmente con el don de la música que había recibido. Su presencia era siempre motivo de alegría para todos y así como cada día despertó con el grito de la comunidad, estoy seguro de que su entrada en el cielo debió ser con el mismo grito: ¡Viva Jesús en nuestros corazones! con la misma respuesta del coro de los ángeles y de los santos.

lunes, 13 de febrero de 2012

La Virgen de la Caridad del Cobre en nuestra música popular


por  Padre Jorge Catasús Fernández

… lo que quiero es Virgen de la Caridad
La Patrona en nuestra música popular





Texto publicado originalmente en  la revista católica cubana Verdad y Esperanza (Segunda Época. Año 2, No. 2. 2010).


En el año de 1989, procedente de Guantánamo, arribé a la ciudad de Bayamo, segundo destino en mi ministerio pastoral. Poco tiempo después de mi llegada, conocí a un anciano octogenario, Juan Atencio, hombre humilde, mestizo, entre otros oficios había sido pintor “de brocha gorda”. Toda la luz que casi no podían percibir ya sus ojos, la irradiaba, sin embargo, al narrarme sus vivencias de trovador e interpretar “a capella” emocionado, con voz potente y melodiosa, las antiguas canciones de la trova tradicional. Con singular sentimiento me interpretó una de ellas, dedicada a la Virgen de la Caridad, que aprendió de un disco de prueba que llevaron desde La Habana al taller en el que trabajaba en Manzanillo, a comienzos de la década del 20 del siglo pasado. Había sido grabada por el dúo de Manuel Luna y Pablito Armiñán.

Imagen protectora de mi vida
Emblema de pureza y salvación
Hoy protege una vez más a quien te pide
Y lo salvas con tu santa bendición.
Eres casta y piadosa en realidad
Eres la luz que alumbra mi camino
Amparo eres de todo peregrino
Virgen sagrada de la Caridad.

Su autor –me dijo– era Sindo Garay (Santiago de Cuba 1867-La Habana 1968), a quien conoció años más tarde en Bayamo y le manifestó que la inspiración para componerla había sido una visita que había realizado al Santuario del Cobre. Atencio, quien la titulaba Imagen protectora, me contaba que ésta fue una de las piezas favoritas en su repertorio, interpretándola frecuentemente en serenatas y veladas familiares y, cada 8 de septiembre, se la solicitaba el Padre Nueva Paz, de la Iglesia del Santísimo Salvador.

El texto alude al comenzar a la imagen y, al concluir, a la misma Virgen de la Caridad. Va del símbolo a la persona, entretejiendo virtudes (pureza, castidad, piedad) con acción benefactora (protección, salvación, iluminación, amparo) que trasciende a “todo peregrino”. Sorprende al enlazar una petición (tercer verso) con una afirmación del poder de la bendición de la Virgen (cuarto verso).

Traté de imaginarme con mi guitarra cómo hubiera “sonado” armónicamente la de Sindo, para acompañar y grabarle esta bella obra al anciano trovador. Luego de un primer intento con la mejor grabadora de cassette de que pude disponer, se dio la ocasión providencial de registrarla en soporte digital –voz y guitarra– teniendo como improvisado estudio la sacristía del templo del Santísimo Salvador. Fue una mañana inolvidable de octubre de 1993; transcurría la Jornada de la Cultura Cubana en la ciudad del Himno.

Esta significativa experiencia constituyó para mí el detonante motivador para comenzar mi insistente indagación sobre la presencia de nuestra Patrona en nuestra música, especialmente en los compositores populares.

Avanzando en mi pesquisa, un amigo bayamés, poseedor de una valiosa discografía, puso en mis manos un viejo Long Play del sello Panart (LP3032). Era el primer volumen de una serie, Glorias de la Canción Cubana,íntegramente dedicado a obras de Sindo Garay, interpretadas magistralmente por uno de los mejores dúos de mediados del siglo XX, Cabrisas-Farach, con la orquesta de Orlando Estivill. Uno de los temas: Madre Virgen. En la contracarátula del LP se precisa: “inspirado en un buque bajo los efectos de una tormenta”.

Eres la Madre de Cuba
Madre de la humanidad
Eres la preciosa Virgen
Santa y pura de la Caridad.
No porque me encuentre ausente
Dejo de acordarme de ti
Para que tengas piedad
Virgen pura, para mí.

Se trata de una cadenciosa guaracha cuyo texto comienza afirmando no sólo la maternidad de la Virgen de la Caridad para con todos los cubanos, sino su maternidad universal, destacando su hermosura y nuevamente sus virtudes: santidad y pureza. El autor le recuerda a la Madre que su lejanía no significa olvido, implorando su piedad.

Tras las huellas de Sindo, tropecé un tiempo después con el ensayo de Carmela de León Sindo Garay. Memorias de un trovador (Letras Cubanas, 1990). En el catálogo de las obras, que aparece al final del libro, se reportan dos con el título Virgen del Cobre, ambas grabadas pero no registradas, y sólo una fechada, entre 1890-1900. Dada la fecha que llegó aquel disco de prueba a las manos del trovador Atencio -alrededor de 1920- pudiera pensarse que la más antigua debe ser la que pudimos grabarle, Imagen protectora, de la que no hemos encontrado otra grabación. En la discografía que aparece en estasMemorias… se consigna el LP del dúo Cabrisas-Farach arriba mencionado, que incluye el título Madre Virgen.

La figura femenina más relevante de nuestra trova tradicional es, sin duda, María Teresa Vera (La Habana 18). Su bolero Veinte años ha llegado a ser una obra antológica de nuestro cancionero popular. Precisamente, el trío Veinte años –Lorenzo Hierrezuelo, Valeriano Doherty y Evelio Valdés- grabó un disco con obras de su autoría, entre ellas el bolero A la Virgen del Cobre(1922). El texto revela una situación de gran congoja y abatimiento, elevando una plegaria devota en que se implora piedad y compasión buscando cobijo en la bendición de la Virgen, lo que queda excelentemente acentuado en la versión que regala el trío en la grabación.

Virgen del Cobre, apiádate de mí
Eres la santa de mi devoción
Hoy que las penas agobian mi existir
Tú no me olvides y tenme compasión.
Consuela mi dolor, sé compasiva
Aunque el mundo me desprecie sin razón
Que no me falte de ti mientras que viva
Virgen sagrada, de ti la bendición. (2)

En una espléndida interpretación de Miguelito Cuní nos ha llegado, en el álbum registrado por la EGREM, MIGELITO CUNÍ, Sones de Bienvenido Gutiérrez (La Habana 1904-1966) un dramático tema, en ritmo de bolero, Los tres Juanes. Se relaciona el tiempo tormentoso en el que apareció la imagen de nuestra Virgen con una situación de hambruna tremenda en el país, fuente de gran sufrimiento para toda la Nación que parece naufragar. La súplica desgarradora, con cierto aire de reproche, quiere sustentarse en el Niño que lleva la Madre en sus brazos. No se ha podido precisar la fecha o época en que fue compuesto este tema. En el original arreglo musical aparece en la introducción una cita instrumental, con una trompeta con sordina, de la primera frase de la conocida Ave María, de Franz Schubert, y se reitera al concluir.

Virgen que a los tres Juanes apareciste
Aplacando la furia del elemento
Por el Niño que llevas, te ruego triste
Calma, Virgen del Cobre, mi sufrimiento.
En el mar de mi Cuba, Madre mía,
Poco a poco la barca se va hundiendo
Faltándonos el pan de cada día
Sin que tú oigas la voz de un pueblo hambriento.

¿Qué verdadero cubano no ha escuchado y/o entonado la tonada más popular dedicada a nuestra Cachita?: …Y si vas al Cobre/ quiero que me traigas/ una Virgencita de la Caridad…. Se trata de un son que aparece registrado de la autoría de Noemí Matos y fechado en 1930. El destacado musicógrafo Lino Betancourt, sustentado en testimonio de primera mano, me ha afirmado que en realidad es una composición de Miguel Matamoros (Santiago de Cuba 1894-1971), quien la regaló a la Matos, amiga de Rafelito Cueto, uno de los integrantes del célebre Trío Matamoros. Esta destacada agrupación realizó una primera grabación. En 1959 la regrabó en La Habana Miguel Matamoros y su Cuarteto Maisí, con la cantante Juana María Casas, La Mariposa. Esta hermosa versión aparece en el cassette Dulce embeleso(EGREM 1959) e incluye en su instrumentación un piano y una trompeta que le aportan una especial impronta.

Cuando tú vayas a Oriente
Mi legendaria región
Tierra que tiembla caliente
Cuna del sabroso son
Llégate al Puerto de Boniato
Mira la Loma de San Juan
Vete al Caney por un rato
Y prueba las frutas
Que allí dulce están.
Y si vas al Cobre
Quiero que me traigas
Una Virgencita
De la Caridad.
Yo no quiero flores
Yo no quiera estampas
Lo que quiero es Virgen
De la Caridad.
Y si vas allá
Donde está Cachita
Tráeme una estampita
Para mi mamá.
Y si vas allá
Donde mi negrita
Traime una estampita
De la Caridad.
Cuando pienso en mi morena
Que se llama Caridad
Rezo como un alma buena
Por toda la humanidad
Virgencita, tú eres buena
Hazme un milagro de amor
Mira que muero de pena
Si tú no mitigas
A mi cruel dolor.

La versión original del Trío Matamoros no incluía los versos del estribillo: yo no quiero flores/ yo no quiero estampa/ lo que quiero es Virgen de la Caridad, pero incluía estas estrofas de improvisación:

Y si vas al Cobre
Tráeme una estampita
Que sea bendita
De la Caridad.
Y si vas a Oriente
Tráeme de allá
Algo reluciente
De la Caridad.
Y si vas al Cobre
Busca a mi negrita
Que es mi Virgencita
De la Caridad.

El texto se presenta como petición a un supuesto viajero que se desplaza a la legendaria región oriental, con una invitación a visitar pintorescos imprescindibles lugares de Santiago de Cuba y sus alrededores, entre ellos aquél donde está el Santuario de la querida Virgen de la Caridad: El Cobre. El objeto de la petición se desplaza desde la misma Virgen a la estampita que la representa. Hacia el final se alza una sencilla pero sentida oración no sólo pidiendo por las necesidades personales y familiares, sino también por toda la humanidad.

El bolerista Fernando Alvarez (Santiago de Cuba 1927-La Habana 2002) ha grabado un tema de su inspiración titulado también A la Virgen del Cobre. Se trata de una humilde súplica por las necesidades propias, implorando además el don de la paz para todo el mundo y expresando igualmente el gozo por lo alcanzado gracias la Virgen. Ha sido incluido en una Postal CD con obras dedicadas a La Caridad, editada por la EGREM en el 2007.

Madrecita mía, Virgen del Cobre
Sé que tienes muchos hijos
Dame lo que te sobre
Con una limosnita
Y tu santa bendición
Quedaré muy conforme
Y alegrarás mi corazón.
Todo eso tendré
Hermosa realidad
Te adoro tanto, Virgencita
Estoy lleno de felicidad
No me alejes de ti
No me abandones nunca
Dale paz a la Tierra
No pido nada más.

Asistí a la clausura del Festival Nacional de la Trova en su edición del año 1997, en la Sala de Conciertos Dolores, en Santiago de Cuba. No imaginaba que el cierre del programa estaría a cargo de Compay Segundo (Francisco Repilado, El Caney 1907-La Habana 2003) y su grupo. El afamado artista estaba entonces en la cúspide de la popularidad, luego del boom del Buenavista Social Club. Antes de finalizar su presentación explicó que la víspera había visitado el Santuario del Cobre y en la noche, hasta la madrugada, había compuesto un tema dedicado a la Virgen; que aunque no lo había podido trabajar bien con el grupo lo iba a interpretar. Así lo hizo.

Cuando yo llegue
A mi Oriente querido
Cuando yo asome
Al balcón de la capital
Cuando yo sienta sonar
Las campanas de la Catedral
Doy un salto de alegría
Y les digo a los viajeros
Estamos en Santiago
Como custodio dejo atrás
La Virgen de la Caridad
La que me vio partir
La que me vio llegar.
Ya te diré, te diré, mis penas
Ya te contaré, te contaré mis alegrías
Cuando yo me vaya te diré
Adiós, adiós, Virgen mía.
Cuando me vaya te diré
Te diré adiós
Virgen querida
De mi adoración.
Tanto te he querido
Tanto te he adorado
Virgen te lo pido
Estar a tu lado.
Virgen milagrosa
Por ti suspiramos
Eres una diosa
Del pueblo cubano.
Estás presente
En sitio ideal
Tú cuidas a Oriente
Mi tierra natal.

Guardo en mi memoria afectiva la ovación conque reaccionamos todo el público al concluir. Finalizado el concierto, me acerqué a felicitarlo con un amigo guitarrista y me atreví a proponerle volver al día siguiente al Cobre a filmarle el número, cantándolo a los pies de la Virgen. Estuvo afablemente dispuesto, pero su partida muy temprano hacia La Habana impidió que se hiciera realidad mi osada propuesta.

Meses más tarde, en la Sala Avellaneda del Teatro Nacional, en la Habana, en el concierto conmemorativo por sus 90 años, al interpretar este bolero-son provocó similar reacción del público, potenciada por la aparición en la escenografía de un altar con la imagen de nuestra Patrona que progresivamente se fue iluminando.

Balcón de Santiago -así lo tituló Compay- fue grabado en los estudios Abdala por un excelente dúo espirituano: Evocación (Vionanka, acompañado por nuestro afamado trovador y su grupo. Aparece incluido en un precioso CD,Calle Salud, editado en Alemania.

Todo el texto transparenta el inmenso gozo que experimenta el trovador al regresar a su tierra natal, dejando constancia de su amor filial hacia Aquella que le vio partir… y llegar y que reconoce como su custodio. Los términos con que se refiere a la Virgen (adoración, diosa) denotan cariño inmenso, entrañable, ningún asomo de mariolatría.

Sin duda alguna, el Canto a la Caridad de José de Jesús Llanes (Santiago de Cuba 1947) ha sido el tema dedicado a nuestra Patrona más divulgado en los últimos dos años en la región oriental de nuestra Patria pues el mismo ha sido incluido en las alocuciones radiales que han transmitido el Arzobispo de Santiago y los obispos de Holguín y Guantánamo con motivo de la Fiesta de la Caridad. La historia de esta hermosa e inspirada obra, de estribillo contagioso, nos la refiere el propio autor:
Siempre visité el Santuario del Cobre, llegando allí por algún tipo de transporte. Luego comencé a hacerlo caminando por el Camino Viejo del Cobre, acompañado por familiares y amigos. Hice muchas veces el trayecto hasta los pies de la Virgen, buscando paz para mi alma. Cuando volvía a casa no tenía cansancio alguno y trabajaba como masajista todo el día.
La Virgen hizo el milagro de darle paz a mi alma, que tanto lo necesitaba. Borró viejas heridas que hoy no constituyen ni siquiera un recuerdo. Continué los viajes; primero, para darle gracias a la Virgen. Y también para pedir paz y misericordia para mi familia, mi pueblo cubano y los necesitados de todo el mundo. Después de uno de estos viajes llegué a casa y compuse el tema Canto a la Caridad, en sólo unos minutos. Un canto de amor y agradecimiento dedicado a la Virgen. Por la paz y la reconciliación de todos los cubanos. Por Cuba y por el mundo.

Por el camino viejo del Cobre
Marcha un buen hombre
Buscando a la Caridad.

Qué bueno es peregrinar
Por un camino divino
Que nos conduce a un destino
Lleno de amor y de paz
Convoca la Virgen buena
A todo el pueblo cubano
Que marcha unido de mano
Por el camino del Cobre
Virgen buena, llegaré
Para darte muchas gracias
Todo lo que te pedí
Lo has puesto en mi corazón
El odio no cabe en mí
Ahora puedo perdonar
Qué bueno es poder amar
Sin prejuicios ni rencores.

Con este ramos de flores
Virgen de mi devoción
Amarillos girasoles
Virgen de la Caridad
En nombre de mi familia
En nombre de mi mamá
Muchas gracias, Virgencita
De la Caridad del Cobre.
Me retiro, Virgen buena
Pero no me marcho sólo
Tu imagen vive en mis ojos
Y la fe en mi corazón.

La obra rebosa gratitud hacia la Virgen que tanto ha concedido al autor, especialmente liberándolo del odio. Su ofrenda floral es también en nombre de su madre y de toda la familia. Al partir, con la fe, se lleva el trovador la íntima presencia de la Virgen. Ya cuenta este tema con cuatro versiones: se grabó por primera vez con arreglo e interpretación de Melvin Rodríguez; luego las agrupaciones Son de la loma y Los Guanches. La última versión, de Ernesto Camacho, con orquestación de éste junto a Melvin Rodríguez, añade nuevas peticiones por los hijos, los padres y la paz.

Otros compositores, miembros de comunidades católicas, también han dedicado obras a nuestra Patrona en los últimos años. Por su gran calidad, musical y literaria, quiero aludir a dos especialmente:

Danzón para una Virgen cubana, del manzanillero Marcos Paneque. Obra que cuenta con una bella versión del Grupo Kerigma, con excelente orquestación de Jesús Estrada; ha sido incluida en el CD Kerigma Tercer Milenio.

Surtidor de trinos, tierra fresca
Del silente reino que te asoma
Guardada entre las faldas de una loma
Celadora del alba y de la puesta.
Te guardó la pupila del sendero
Refinado monte donde creces
Dulcísima princesa, mientras meces
Al Niño replegado entre tu velo.
Desnudos van tus pies, allí la luna
Posada se quedó, halló su nido
Prendada del fulgor, llegó sin ruido
Buscando entre la luz la suave cuna.
Surtidor de trinos, tierra fresca

……Entre tus manos, hacia tus manos.

El autor ha dibujado, con espléndidas imágenes, un paisaje que derrocha cubanía donde se inserta la Virgen sin aludirle explícitamente -celadora, princesa- mostrando su regalo mejor: el Niño que mece entre sus brazos.

Morena mía es la otra obra a la quiero referirme. Una guajira de Luis Llaguno, director del grupo matancero Nuestra América y Presidente del Festival de Música Cristiana Perlita Moré. Fue compuesta con motivo del viaje de Juan Pablo II a nuestra Patria, en enero de 1998.

Ay, Morena mía
Virgen del Cobre
Mujer del mar
No te olvides de mi pueblo
Danos tu bondad.
Ay, Morena mía
Virgen mambisa
Mujer del mar
Te pedimos en este canto
Toda tu caridad.
Y si puedes, Madre mía
Fortalece mi misión
Danos la salud del alma
Para trasmitir tu luz
Y que pueda acompañarte
Junto al que sudando va
Y que podamos consolarte
En el que sufriendo está.
Danos siempre de tu calma
Si abate la confusión
No permitas el fracaso
Por nuestra falta de amor.
Y si no es pedirte mucho
Dale hoy tu bendición
Al Caimán de mi Caribe
A este pedazo de sol.

Preciosa melodía con hermoso texto-petición que vincula la devoción a la Virgen con la misión y el compromiso concreto de caridad hacia los más pobres e insiste en el auxilio de nuestra Madre en las situaciones difíciles en que puede fallarnos el amor. Inspiradas imágenes aluden a nuestra Patria.

Me he circunscrito a la llamada música popular. Otro trabajo deberá acercarse detenidamente a las obras de nuestros compositores más connotados y las utilizadas en la liturgia de la Iglesia. A continuación solamente citaré las que he podido localizar.

En el archivo de música del Museo Arquidiocesano Mons. Enrique Pérez Serantes, en nuestra Catedral Primada, se ha encontrado: Misa consagrada a la Virgen Santísima de la Caridad del Cobre, de Silvano Boudet, para 4 voces y orquesta, todas las partes en latín, debió ser compuesta entre 1863 y 1868;Plegaria a la Virgen de la Caridad, texto de Emilio de los Santos Fuentes y música del Maestro de Capilla Cratilio Guerra, para voz y piano, escrita probablemente en la década de 1880 y el Himno a la Virgen de la Caridad, de Ramón Figueroa Morales, posterior a 1927.

Por otra parte, son conocidas Plegaria a Nuestra Señora de la Caridad, Ernesto Lecuona, fechada en 1948 y Plegaria a la Virgen, Hno. Alfredo Morales fsc. También, Himno del Congreso y Coronación (1936), letra: P. Florencio del Niño Jesús y música: P. José D. de Santa Teresa e Himno a nuestra Patrona (1946), Eliseo Grenet, dedicado al Cardenal Manuel Arteaga.

Asimismo, en las últimas décadas se han compuesto cantos a nuestra Madre y Patrona que han ido conformando un repertorio que ha servido para animar la liturgia en nuestras celebraciones comunitarias. Varios de ellos están incluidos, junto a las Plegarias de Lecuona y Morales arriba mencionadas, en un disco, Madre del Pueblo Cubano, grabado en Miami (1988) y editado por la Oficina de Liturgia y Vida Espiritual de la Arquidiócesis de Miami: Puente entre cielo y tierra (Criolla-Bolero) y Salve, Santa Madre (Punto cubano), Perla Moré; Santa María del Cobre (Balada), P. Pedro García; Venimos con María (Bolero-Son), Mayda Galano; María del Cobre (Lamento Afro), Emérita Sorí; Canto a la Caridad (Balada), P. Juan J. Sosa; Madre de nuestra esperanza (Guajira) y Virgen Mambisa (Lamento Afro), Rogelio Zelada/Orlando Rodríguez; Virgencita del Cobre (Balada), P. Vicente García;Llena de gracia (Guaracha) y María (Balada), Roger Hernández; Himno a Nuestra Señora de la Caridad (Congreso Católico Nacional, 1959); Llena de gracia(Bolero), María A. Fernández y Virgen del Cobre (Himno-Balada), Hno. Alfredo Morales.

Otras composiciones: Ave María (Caridad del Cobre), Alfredo Morales; Patroncita de Cuba, Mercy Ferrer; Salve, María, Tony Rubí; Décimas para celebrar una fiesta (1978), Siembra siempre el amor (1986), P. Jorge Catasús; Son a María de la CaridadTe quieren hoy cantar y Vamos al Cobre, Alfredo Betancourt.

Casi todos estos cantos se incluyen en el cantoral Cuba canta su fe, editado por la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba (1996).

Finalmente, Misa Cubana a la Virgen de la Caridad del Cobre del destacado compositor José María Vitier es, sin duda, la obra “mayor” dedicada a nuestra Patrona en el siglo pasado. Una abarcadora e inspirada partitura que fue estrenada en La Catedral de la Habana el 8 de diciembre de 1997, en una Eucaristía presidida por el Cardenal Jaime Ortega. Los textos latinos del común de la Misa (Kyrie, Gloria, Sanctus, Benedictus, Agnus Dei), Salve Regina y Ave María, se unen a tres partes con textos en español, de Emilio Ballagas (Déjame tomar asiento) y de Silvia Rodríguez Rivero (Misteriosa transparencia y Plegaria a la Virgen del Cobre).

LA BELLEZA DEL SILENCIO

Por Alfredo A. Morales, F.S.C.*




A LOS HIJOS Y NIETOS DE LOS LASALLISTAS FUNDADORES, Y A LOS QUE SIGUEN FUNDANDO LA SALLE POR EL MUNDO, A LOS 100 AÑOS DE LA LLEGADA DE LOS HERMANOS A CUBA.


  

   Resulta difícil abordar el tema del silencio en una cultura del ruido, convertida ya en una droga blanda. Efectivamente, se ha violentado el silencio: palabra y sonido están hoy sometidos a la "vanidad", baratijas que transmiten superficialidades, pero que no comunican nada. EI ruido ha sustituido al silencio creador, contemplativo, y esta imposibilitando el rencuentro de uno mismo con su centro interior, y con ello el acceso al misterio de la propia persona, del prójimo, e incluso de Dios. Una persona atrapada en el vértigo del ruido y de la palabra vana es como un teléfono siempre ocupado, con el que no se puede conectar. Pero el ritmo humano y humanizador entre silencio y palabra no puede ser Impuesto ni reglamentado, sino discernido y acogido: hay un tiempo para hablar, y un tiempo para callar.

   EI ser humano actual ha sido devorado por el mito tecnológico que creó, y se ha hecho pedazos. La única alternativa: recentrarse, reunificarse, es decir, recuperar la dimensión contemplativa, el silencio, que entonces no será solamente ausencia de ruidos interiores o exteriores, sino conciencia de una presencia, la propia presencia de la persona ante si misma, la presencia de las otras personas y criaturas y -sobre todo- la presencia de Dios. "Te buscaba afuera, y estabas dentro de mí", reconoce San Agustín en su celebre obra Confesiones. Por ese vuelco hacia la exterioridad es que el hombre y la mujer de hoy tienen nostalgia del paraíso que han perdido, y buscan con ansia lugares de quietud y de armonía. Felizmente empiezan a comprender que lo que no nace del silencio, o lo ahoga, resulta sin sentido ni significado. Es la palabra ociosa de la que habrá que dar cuenta (Cf. Mt. 12, 36). Lo mas grave de esta cultura del ruido, cuando se asume como estilo y opción de vida, es que la persona se aleja de su identidad: deja de ser un ser para la paz y termina siendo un ser en desorden interior y perenne turbulencia. EI habito de la interioridad, por el contrario, rescata al hombre moderno de esa civilización del estrepito, y lo ubica en el universo de la verdad, del amor, de la armonía callada de las cosas.
   Quisiera aclarar que el silencio del que hablamos no es un fin en sí mismo, pero es un medio para poder transparentarse mejor y escuchar la voz -muchas veces los gemidos- de los demás, y finalmente escuchar al Espíritu de Dios. Educarse en el silencio es entonces disponerse a encontrar a Dios en la propia morada Interior de uno mismo, y en los demás. Para un lasallista, se comprenderá la importancia y vigencia de la doctrina de San Juan Bautista De La Salle sobre el hombre interior, es decir, el recogimiento, la vida de oración y en la presencia de Dios, el espíritu de fe, fundamentos interiores de su doctrina espiritual. EI recogimiento implica prestar atención a alguien o a algo. Por eso, mientras mas nos sintamos responsables del mundo, mas obligados estamos a perseverar en la contemplación de Dios y su plan de salvación eterna. Esa contemplación espiritual es la única que confiere un carácter evangelizador a la acción misionera y apostólica de los creyentes, porque no evangelizamos por lo que decimos o hacemos, sino por lo que somos.

   La presencia de Dios en nuestro interior silencia infinidad de ruidos interiores, silencia también los falsos absolutos, sosiega ante la experiencia del dolor y de la muerte; desvanece, en fin, el estrepito de la vida moderna. Nos dice Romano Guardini que sólo el silencio nos abre al sonido que suena en todas las cosas; la naturaleza resulta muda para quien esta continuamente hablando. La conclusión se impone: debemos educarnos y educar para el silencio, para el misterio. EI hombre moderno tiene miedo al silencio y lo rechaza. Hace falta promover una pedagogía de la interioridad, y abrir espacios para el silencio, para serenarse y descansar, pero sobre todo para volver a casa como nos indica Thomas Merlton, para volver al origen y al corazón puro que Dios nos dio. Un hombre sin silencio será siempre un hombre sin misterio: no tendrá nada que comunicar, salvo el ruido de sus palabras vacías de vida.

   Una persona educada en el silencio interior será necesariamente una persona amorosa: en ella cabra todo, pero nada la atrapara, Ese silencio interior permitirá la autentica comunión con los demás. San Bernardo decía: nunca el silencio interior me ha aislado de los demás. EI silencio conllevará siempre un encuentro, y todo encuentro se celebra: nos damos las manos nos abrazamos sólo cuando en ellas no tenemos nada. Hay silencios negativos y culpables, y silencios positivos y creadores. Hay que aprender a discernirlos. Pero el verdadero silencio se identifica a sí mismo por sus frutos: es purificación interior que permite encontrarnos con la verdad. También será creativo; si me ato a lo conocido, me empobrezco; si me abro al misterio de lo insospechado, me encontraré con la sorpresa de Dios. ¡Silencio, por favor!

* Perteneció al Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Doctor en Educación (Universidad de la Habana, 1953), realizo estudios de postgrado en Lumen Vitae (Bruselas, 1903) y en el instituto católico de Paris (1904). Ejerció la docencia en Cuba (1949-1961) y posteriormente en la republica dominicana, que le distinguido con la orden de Duarte, Sánchez y Mella (1987). Director de grupos corales en Cuba, México y la Republica Dominicana. Fue asesor académico de la Universidad Católica de Santo Domingo, ciudad donde residió hasta su fallecimiento.